Críticas
    
 

 

 

 

Yamila Valeiras
Curadora MBQM

 

 

 

Pinturas en tiempos confusos


En tiempos convulsionados por turbulencias políticas y económicas, lña obra de Ladislao Magyar se vuelve productiva como herramienta de digestión de los más delicados conflictos que acechan al hombre contemporáneo. Su fragmentación se presenta como posibilidad plástica pero tambien como transposición visual del ritmo vertiginoso de la vida urbana, que fluye sin interrupciones. Las figuras corren a través de un inconfundible viento porteño, tal vez por el dinero que se escapa o tal vez como metáfora de todo lo que se mueve dentro del torbellino financiero. Algunas veces, sus sintéticas siluetas se sobreponen a amplios planos de color, y otras veces, se instalan sobre retazos de otras realidades que aportan gran riqueza formal por medio del collage y el papel pegado.

Si bien la lectura de la obra de Magyar esta profundamente atravesada por su contenido, es posible atender al pleno juego de la pintura, entreverado con ciertas soluciones digitales, y con diversas técnicas artesanales puestas en juego para generar variedad de texturas, una sobre otra, como si de un palimpsesto se tratara. Sólidos entramados de fondo soportan la tónica de ruptura que incorporan personajes concebidos a la vez como potencia y vulnerabilidad, como dominantes y oprimidos. No hay límites en lo que se refiere a la cita, porque irrumpe desde el universo tipográfica hasta el dibujo de raigambre etrusca, todo ello embebido de una paleta de color brillante capaz de provocar tanta ansiedad como serenidad.

Todo lo sólido se desvanece en el aire, sentenció el sociólogo Marshall Berman. Y es esa disolución la que impera en los cuadros de Magyar, la que desestabiliza la superficie casi de manera brutal y la que trastoca sus puntos de vista. Una perspectiva que es casi nula abre paso a la confusión, intención deliberada del autor para fortalecer el dinamismo de los opuestos: vacío y asfixia, deterioro y completud... Son búsquedas que conviven en el corpus de Magyar, donde cada motivo nutre al siguiente cuadro, y donde cada composición trasciende al conjunto.

 


 

Raúl Santana

 

 

 

 

Ladislao Magyar inició su trayectoria artística a mediados de la década de los 60, poco antes de aquellos años de intensa actividad política, en los que tuvimos la esperanza de "cambiar la vida", pero terminó con la dictadura militar autodenominada" proceso", que desde 1976 hasta 1982 produjo hondas y terribles conmociones en nuestro país. Precisamente en aquellos momentos, ya comenzaba a gravitar en la vida argentina y en el mundo, lo que hoy constituye una imposición total. Me refiero a la globalización, cuyo primer efecto va a ser la paulatina transformación de la ecuación espacio-temporal, en la que jugará un gran partido el capitalismo tardío, que de la mano de la racionalidad científico - tecnológica, embarcando a la humanidad en un desenfrenado consumismo que vino a socavar los cimientos mismos de la cultura: sus legados y sus herencias simbólicas. Sin duda, estas condiciones sintéticamente señaladas tendrán una profunda significación en el destino del arte de Magyar, puesto que el artista no pertenece a la tradición formal del arte argentino, sino que su trabajo se inserta en la otra gran corriente: la tradición crítica, que recorre nuestra historia del arte como un eco constante de la vida social. La lista de nombres que integran esta corriente es demasiado extensa , pero señalo unos pocos ejemplos ilustres: Berni, Szalay, -el gran dibujante también húngaro-, Carlos Alonso, Gorriarena, y muchos otros más, cuyas obras han sido muy significativas para el desarrollo de nuestro artista.

   Hace ya bastante tiempo, que las obras de Magyar se han vuelto de inmediato reconocibles: partiendo siempre de la realidad circundante -que será constantemente transfigurada en el despliegue de sus imágenes incandescentes- su obra remitirá casi obsesivamente a ciertos climas candentes y asfixiantes de nuestra vida ciudadana. Con deliberada obstinación hará de sus herméticos personajes -con sus ropajes y corbatas coloridas que funcionan cómo insignias de la misma cofradía- los protagonistas de un largo y afilado relato, que devolverá la manera que tiene el artista de indagar y procesar esa realidad, instalando un singular horizonte de comprensión. En sus enormes paisajes urbanos Magyar no se priva de nada: llendo más allá del orden de apariencias, imbrica figuras masculinas y femeninas -que parecen ofertas eróticas en el fragor de la city- entre fragmentarios muros intervenidos, que funcionan como textos en el caos que entrelaza elementos racionales e irracionales, transmitiendo con un alto grado de expresión, los efectos de aquella realidad de fantasmáticas apariciones siempre en tránsito, que se hacen y se deshacen en el vértigo permanente de sus escenas. En ellas, sus ansiosas figuras van y vienen, se cruzan con acelerado ritmo, como obedeciendo los mandatos de un diabólico ritual: el que también gobierna la bolsa, las finanzas, los valores abstractos y toda esa parafernalia que con mano invisible domina la vida actual. La inestabilidad que transmiten estas obras se acentúa todavía más por el empleo que hace el artista de la pluriperspectividad,-que con frecuencia y meditada elaboración- instala en el cuadro la simultaneidad de diferentes puntos de vista, donde las figuras viven en un espacio de tensiones y conflictos, en el que también se abolió la ley de gravedad. El espacio se agranda, como en los sueños deja de ser un contínuo, para dar paso a esa oscilación entre lo familiar y lo extraño que desrealiza los límites del mundo.

    El imaginario de Ladislao Magyar a sabiendas o no, configura una potente metáfora del corazón de nuestro presente. Estas imágenes inestables parecieran hacerse eco de aquel mundo signado por la lógica del capitalismo tardío, en el que ya no tiene consistencia todo lo que ha venido regulando las relaciones humanas. Hasta el punto de que hoy la sociedad puede ser caracterizada -al decir del sociólogo Zygmunt Bauman- como una "sociedad líquida", en donde las condiciones de la globalización, con su borramiento de fronteras, ha instalado la deslocalización de todo.

 


 

Luis Felipe Noé
Noviembre de 2009 

 

 

 

Ladislao Magyar en el siglo XX!


    Si la palabra extraordinario se aplica a lo que esta fuera de la regla natural o común, me animo a decir que encuentro extraordinarios los dibujos de Ladislao Magyar. La primera razón para que califique a ellos de esa manera, es que paradójicamente pertenecen a la vida ordinaria, a lo común cotidiano, a lo que según el diccionario "acontece la mayor parte de las veces"

    Pero esta vida ordinaria sucede en un mundo convulsionado de fines del siglo XX y principios del XX! , en una de las principales ciudades cosmopolitas de Latinoamérica. Por lo tanto, sus dibujos son extraordinarios por una segunda razón: con una libertad de concepción excepcional, hace compartir con la naturalidad de una escritura, el diálogo más riguroso con un gesto libre de todo prejuicio contraponiendo, creando tensiones y al mismo tiempo orquestando sinfónicamente.

    Desde Ingres a Piccaso pasando por toda la historia del dibujo, incluída su naturaleza abstracta se dan cita en sus dibujos que, sin embargo, terminan siendo absolutamente personales. Contrapone, quiebra, dinamiza lo estático, concentra y deshace, moviliza la línea desde representación perfecta al alma del garabato sabio, mostrando desde la libertad estar de vuelta de un oficio que conoce como pocos. Allí reside su excepcionalidad.

    Ladislao Magyar - también excelente pintor -, muestra que el dibujo se puede bastar por si sólo para mostrar una Imago mundi muy propia y singular pero simultáneamente muy de la época que vivimos. En tal sentido, él - que ha vivido la mayor parte de su vida en el siglo XX - es un dibujante cabal del siglo XXI

 


 

Alfredo Andrés
Yo – Nº 7 – 5/1972

 


... La dirección y los hombres de “Yo”, interesados en subrayar su alineación junto a los valores culturales más importantes del país y del mundo, incorporan hoy una serie de trabajos de Ladislao Magyar (1937), quien en una afiatada combinación de sobriedad y barroquismo consigue un universo envolvente de prodigiosa magia y del que desbordan las connotaciones.

 


 

Hernández Rosselot
La Razón – 12/10/74

 

 

 


... Es seguramente uno de los nuevos valores que se va afianzando en su lenguaje en donde realiza una extraña simbiosis entre figuración y geometría.
... Los dibujos de Ladislao Magyar, en galería Arte Nuevo, presentan ideas y un oficio polifacético. Un modo de crear en función del tema y viceversa ofreciendo un variado panorama. Un planteo objetivo, con una compleja trama lineal o la gracia de un trazo realizado con expresiva síntesis y un humor con fantasía e imaginativas metáforas…

 


 

Horacio Safons
Radio Municipal “Noticiero Plástico”
 12/09/67

 

 

 


... Magyar contrapone dos modos distintos de trabajo; por un lado recure al automatismo, a la liberación consciente de impulsos expresivos que dan como resultado sólidos ritmos internos y por otro, distribuye ordenada e inteligentemente, a manera de vallas de contención, franjas de color sobre zonas planimétricas. Tenemos así espacios en donde las cosas parecen haberse detenido en una espera tensa y potencialmente explosiva y centros donde converge la materia con un impacto de ebullición. Magyar no describe personajes, ni aún en aquellos cuadros en los cuales los títulos parecieran indicar esa intención, más bien presenta situaciones de tipo global, interrogantes referidos a la conducta social de la época, a sus fijaciones y lo hace con cierta amabilidad, con cierta condescendencia hacia los espectadores, sin conceder apoyos figurativos demasiado concretos ...

 


 

Ernesto B. Rodríguez
Radio Nacional, “Actualidad Artística”
– 12/10/74 –

 

 

 

 


... Ladislao Magyar que es un artista del dibujo, naturalmente trabaja bajo la divina inspiración de ese divino encantador que, en este caso por medio del arte, trata de liberarnos de la miseria, el hastío, y ese estado mayor de la infamia, que se llama indiferencia, o sea, cuando uno está desalmado. Por eso, de todos los dibujos de Ladislao Magyar emerge esa suerte de fe en la vida que sólo surge recién cuando la obra siendo temporal, paradójicamente, no lo es, porque nos da la trascendencia indescriptible de ese estado que llamamos atemporal, y esa fuerza que viene del arte nos incita hacia la inaudita alegría de la liberación. Tal es lo que vi y sentí en esta exposición de dibujos, realmente notable, de Ladislao Magyar ...

 


 

E. H. Gené
Pluma y Pincel – 23/11/76 –

 

 

 


...Ladislao Magyar es un minucioso dibujante que reforma desde un mundo de desorden y agresión, a la serena propuesta del trabajo cuidadoso y la alusión sutil. A partir de imágenes realistas, se solaza en el enfrentamiento de los opuestos y a través de ellos, a una metamorfosis de la idea informadora. Blanco contra negro, rigor formal frente al alea de un agente agresor no siempre controlable, ni predecible. O la imagen sensual, enfrentando a la de la continencia…

 


 

Carlos Espartaco
Clarín –29 de oct. 1988.–

 

 

 


...Esta defensa del interior de la memoria, que en su carga expresionista se torna más densa que los contornos inanimados designables por el exceso del trazo negro, apunta en su conjunción a marcar el perímetro de la representación humana. Entonces, la materia parpadea buscando su lugar entre marcas y arañazos, veteados de color, residuos, saltos y caídas de la mano, ángulos vivos, torsiones, malestares frente a la representación, empecinamientos del estilo; la materia no resiste su confinamiento dentro del torso y la cabeza.
Ella quiere ser superficie y se prepara a luchar con la hostilidad de la figura. El nombre, el color, el lugar que ocupan dentro del cuadro son el producto de su permanente agitación. Y esta agitación en la obra de Magyar no es otra que la representación del espacio hostil del arcaísmo de las pulsiones motorizadas por su creencia atávica.

 


 

Julio Sapollnik
Página 12 – 10/88 –

 

 

 


...En la muestra de la Galería Centoira, Ladislao Magyar exhibe obras de una sólida construcción, pero pelea con ella. Pinceladas sueltas y de fuerte presencia, diferentes perspectivas, planos de color que se quiebran y remiten al ojo a un nuevo sector del cuadro, otorgan una movilidad constante a la superficie. La estructura queda por debajo. Es el sólido soporte sobre el que vuela la creación.
Magyar sabe que al igual que en la música, el arte no está en las cosas, sino entre las cosas representadas. El interior de una habitación, su sillón, su piso, su mesa, vibran por los insistentes toques de color que anulan el contorno. Entre ellos surge la presencia constante del cuerpo de la mujer, principal protagonista de la historia.
Magyar se acerca a ella con pintura de hombre. La presenta sensual, esquiva, distante, fragmenta su cuerpo, lo borronea y al final la detiene en un orgasmo multicolor.
Aborda a la mujer no como objeto de encantamiento, sino como aquello que se oculta y desoculta en los amores imaginarios. Reconocemos su cuerpo, sus formas redondeadas y sus límites, pero el rostro siempre se define por la mueca de la angustia…

 


 

 César Magrini
El Cronista Comercial – 10/88 –

 

 

 


...Este artista es un creador de raza, inquieto, que no se conforma con otras estipulaciones que no sean las que le dicta su propia y avasallante personalidad, de a ratos tumultuosa, de a ratos remansada en su calma interior, y siempre clara lección de facultades intensa, prolíficamente creadoras. Apasionado. Tempestuoso.
…En el tratamiento de los temas, que abarcan multitud de motivaciones, Magyar va labrando simultáneamente una atmósfera envolvente, sugestiva, llena de calor y de efervescencia. No se pasa indiferente delante de sus cuadros. Se vibra, se late, se palpita con ello. Se lo siente irrumpir debajo de la propia piel. Y se los recuerda como lo que son, relámpagos existenciales y testimonio de una facultada creadora ajena a cualquier lugar común

 


 

Albino Diéguez Videla
La Prensa – 6/90 –

 

 

 


...Expresa Magyar algo parecido al dolor al dar contornos a esos seres que nos rozan por la calle y en otras circunstancias, seguramente porque nosotros somos ellos mismos.
Violento en el color, su figuración experimenta el cambio del no detalle superfluo que en sus telas encaja exactamente con el mensaje y con la lectura precisa a que inducen.
Pinta Ladislao Magyar un pensamiento, y en el suyo lo que prima es la idea del hombre genéricamente hablando , de sus circunstancias y de sus sinsabores.
Esta es una de las presentaciones más valiosas que del pintor hemos visto.

 


 

Miguel Briante
Página 12  – 6/90 –

 

 


... Impresiona, en la línea del equilibrio entre la construcción de un lenguaje plástico y la historia que se quiere expresar, un cuadro de pequeña dimensión. Detrás del paisaje donde, despojada y simétricamente, aparecen todos los “tips” de la tarea constructiva de este artista. Pero en el fondo de la sala hay otra obra “que se sale del libreto”. Es como si el artista se jugara de manera distinta, se despojara de un particular cuidado de su estilo y se lanzará detrás de una nueva tensión. Allí, de golpe, hay toda una trasgresión al equilibrio de las “cromías” pero la mancha roja se sujeta bien sobre el amarillo en que está colgada y la obra se equilibra en un muy particular uso de la profundidad…

 


 

Fermín Fèvre
Prólogo del catálogo de la muestra
en Galería Centoira – 08/88

 

 


... Magyar busca, también, poner de relieve el valor expresivo de los objetos que entablan una tensión en sus relaciones con las figuras, de cuyo valor simbólico el artista es consciente. Todo esto hace que pintar sea para él un sinónimo de indagar; un proceso de profundización
La pintura, cuyos múltiples rostros son siempre motivo de permanentes y renovados estímulos vitales, se nos muestra como una vía del conocimiento humano. Se acerca, de algún modo, a la filosofía y nos lleva al planteo ético. La obra de arte es, de tal modo, una búsqueda y un develamiento a la vez.
Como en el mito de Sísifo el artista en cada obra comienza de nuevo. Sus hallazgos son efímeros y su búsqueda es inacabable. Las pinturas de Ladislao Magyar, tal vez más que otras, ponen el dedo en esta llaga de la creación.

 


 

Aldo Galli
La Nación – 10/05/86 –

 

 

 


...Ladislao Magyar es un pintor que domina sus medios. Eso en principio le permite manifestarse con soltura y plasmar una imagen del hombre que debe vincularse simultáneamente con el expresionismo y con la neofiguración, pero, por sobre todo, con una conciencia artística que desborda la lectura de su estilo. Hay en su obra un impulso que conduce a eliminar toda situación cristalizada y a conjugar la pintura y el dibujo con eficacia.
La limpieza del color y el trazo largo y ondulante hacen que sus cuadros afirmen figurativamente una fuerza plástica que exaspera el significado de la imagen.
Es la suya una muestra que vale la pena visitar.

 


 

Sarah Guerra
Actualidad en el Arte Nº 42 –10/88 –

 

 

 


...Así, a lo largo de los setenta y hasta la actualidad, se han ido perfilando expresiones que actualmente en su conjunto, poseen un genuino acento nacional. Dentro de ellas Magyar, a través de un variado registro de los medios plásticos traspone los rostros de una realidad cambiante. Lo hace con un tono de fuerte subjetividad, mientras conjuga fantasía y realidad, lo visible y lo invisible, a través del hombre y el desnudo femenino que coexisten con los objetos en ámbitos donde el espectador se introduce desde perspectivas cambiantes. Utiliza un color intenso, saturado, la pincelada rítmica, casi siempre fragmentada, que conjuga rectas y curvas creando tensiones en la forma y expectativas inquietantes en el espectador.
Una pintura que “propone sinceridad y audacia, no carente de contingencia humana” virtudes que Magyar entiende que debe reunir las obras logradas.¬

 


 

 Reportaje Juan C. Fontana
Que hacemos Nº 112 – 12/88 –

 

 

 


... Para mí el arte es un continuo diálogo, si se quiere un poco obsesivo y hasta neurótico, solitario, pero absolutamente imprescindible. Hay una continua necesidad de retornar al taller. Frente a un mundo de tanta dispersión se hace necesario que el artista retorne a su lugar de trabajo, a bucear en sus propias cosas.
Sigo pensando que una obra plástica valiosa escapa a las definiciones, a los imperativos. Como toda fuerza interna liberada expresa una magnitud de tensiones a veces tan contradictorias como puede ser el desequilibrio del equilibrio. Sin embargo, si tuviera que aproximarme a ella con palabras, diría que en mi opinión tendrá que proponer sinceridad y audacia no carente de contingencias humanas. Deberá tener “sabor” en la factura, vibración del espacio, tensión entre los elementos. En su médula deberá encerrar la poesía que me emocione y me dé ganas de pintar al contemplarla. Prefiero seguir sobresaltándome cada tanto frente a una nueva tela, y ser el caminante que se alterna entre la frustración y la dicha de hacer, que no es otra cosa que la sublime expresión de la vida.

 


 

J. M. Taverna Irigoyen
Magenta  – 08/97 –

 

 

 


... La muestra que Magyar presentara en Aldo de Sousa ratifica buena parte de estos asertos. Obras de directo impacto en sus formas abiertas y cerradas, en la dinámica perceptual que obligan las imágenes que fluyen y a la vez se cortan. Imágenes que juegan el disloque asociativo: lo liso y lo rugoso de la materia, el espacio frente al plano, los tonos graves ante los claros, el orden junto al quiebre compositivo. Un patchwork cromático, figurativo, de vértigo que convoca…

 


 

Osvaldo Mastromauro
Prólogo para el catálogo
de la muestra en
Centro Cultura Recoleta
  – 08/03 –

 

 

 


...Magyar no es espectador interesado en minucias: capta detalles de situaciones sólo porque está profundamente involucrado en esta realidad de tiempos crudos; y marcar lo cotidiano es no detenerse ante la inautenticidad imperante, sino antes bien despejarla. Ganarse la vida, parafraseando a Juan Filloy, es aspirar a la expresión plena del artista, sin la errática pulsión hacia ventas y premios. Triunfo de la voluntad sobre el azar, esta pintura gana en ardua pulseada mientras afuera, ese mundo veleidoso de apariencias se adelgaza, una sucia tira de papel llevada por el viento, que seguramente terminará en una exclusa, mientras la esquiva, casi inasible verdad busca su lugar en la tela.

 


 

Albino Diéguez Videla
La Prensa –01–´10

 

 

 


…Lo dicho es una reflexión que surge tras recorrer la muestra actual de Ladislao Magyar que se asemeja a una culminación en la carrera del artista, que entronca con las mayores expresiones de la plástica nacional.
Usando blanco y negro Magyar esboza paisajes interiores ignorando cualquier graduación cromática, al impulso del gesto seguro.
En él los espacios se encuentran superpoblados o despojados.
A través del uso de la pintura, es capaz de despertar las más variadas gamas de sentimientos en el contemplador, desde la sonrisa al ensimismamiento, con medios sencillos, formales, que son los que remiten a la mejor tradición plástica.

 


 

 

 

 

 

 

 

 
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